Feliz día, ¿papá? Una mirada sobre la función paterna en el siglo XXI. El Día del Padre suele evocar imágenes de reuniones familiares, regalos improvisados y frases hechas que circulan en tarjetas y redes sociales. Sin embargo, detrás de esta celebración instalada en el calendario argentino, vale detenerse a reflexionar sobre qué implica, en términos concretos, ser padre en la actualidad. Desde una perspectiva profesional, el psicólogo Lic. Fernando Serrano Urdanibia plantea interrogantes y ofrece herramientas para comprender las transformaciones del rol paterno en un contexto de cambio social profundo.
En una sociedad aún atravesada por modelos familiares tradicionales, cada vez más niños y niñas crecen sin una figura paterna presente y activa. Según cifras del CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), entre 1986 y 2018 los hogares monoparentales encabezados por mujeres pasaron del 12% al 19%, mientras que las familias conformadas por madre, padre e hijos disminuyeron del 47% al 35%. En paralelo, aumentaron los hogares unipersonales y aquellos con doble proveedor, lo que revela una modificación estructural en la configuración y dinámica de la vida familiar.
Pero más allá de la estadística, lo que preocupa a los especialistas es la persistencia de una paternidad meramente formal, muchas veces reducida al aporte económico o a una presencia simbólica.
La diferencia entre estar y criar
Tener un padre presente en el hogar no es sinónimo de una paternidad comprometida. Así lo advierte el Lic. Serrano Urdanibia: “Estar no es lo mismo que criar. La función paterna implica involucrarse, participar, sostener emocionalmente, y no solamente cumplir con una obligación material”. En este sentido, recuperar el sentido profundo de la función paterna requiere redefinir su alcance; ya no alcanza con figurar en una foto familiar o firmar una cuota alimentaria.
La popular expresión “padre no es el que engendra, sino el que cría” cobra vigencia al revisar situaciones en las que hombres asumen el rol paterno por decisión o por elección afectiva, incluso sin lazos biológicos. Se trata de una función que no se impone por mandato genético, sino que se construye a partir del deseo, la voluntad y la responsabilidad.
Función paterna: presencia, cuidado y ética
El ejercicio consciente de la paternidad no se agota en los gestos visibles. La función paterna, explica Serrano Urdanibia, incluye acompañar procesos de crecimiento desde múltiples planos: afectivo, educativo, simbólico y ético. Esto implica:
- Participar de las decisiones relacionadas con la salud, la educación y el desarrollo emocional de los hijos.
- Ser guía y sostén ante dificultades.
- Representar un modelo de autoridad sin recurrir a la violencia.
- Se trata, en suma, de ocupar un lugar de referencia que combine firmeza y ternura, coherencia y empatía.
Responsabilidad paterna: un compromiso integral
Una paternidad responsable exige presencia desde los primeros momentos, incluso desde el embarazo, acompañando no solo al hijo sino también a la madre o pareja. En esa línea, el especialista propone una serie de pautas:
- Involucrarse en las tareas de crianza cotidiana, sin “ayudar” sino ejerciendo el rol con autonomía.
- Brindar contención emocional, estar disponible para escuchar y compartir los logros y las dificultades.
- Sostener la responsabilidad económica sin convertirla en única fuente de legitimidad.
- Transmitir valores a través del ejemplo.
- Fomentar la independencia y el pensamiento crítico en los hijos.
- Revisar y cuestionar las propias creencias, reconociendo que la paternidad también se aprende.
Un día para reconocer el compromiso, no el título
Frente a este panorama, surge inevitable la pregunta: ¿a quién va dirigido realmente el saludo de “Feliz Día del Padre”? La respuesta, sostiene el Lic. Fernando Serrano Urdanibia, debería apuntar a quienes asumen con conciencia y compromiso el ejercicio de la función paterna. Aquellos que están, cuidan, contienen, educan y acompañan, más allá de si son o no los progenitores biológicos.
En definitiva, el Día del Padre también puede ser una oportunidad para valorar esos vínculos construidos desde el afecto y la responsabilidad, y para reconocer a quienes, con actos cotidianos y sostenidos, dan verdadero sentido a la palabra “papá”.