Científicas y científicos del Conicet en la Fundación Instituto Leloir (FIL) y un equipo interdisciplinario de otros centros de investigación y hospitales trabajan en el desarrollo de «Covidar-Ag», un test nacional de detección rápida de coronavirus basado en antígenos, un tipo de prueba muy utilizada en el país pero de la que solo hay marcas importadas hasta el momento.
«Estamos terminando de optimizar un prototipo en laboratorio que nos permita la validación con muestras reales; calculamos que en los próximos meses ya arrancaremos con la validación, así que esperamos el año que viene ya tener el producto autorizado en Anmat», describió a Télam Daiana Capdevila, una de las líderes del proyecto.
Capdevila, quien es jefa del Laboratorio de Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas en la FIL e investigadora del Conicet, detalló que el kit que están desarrollando «estará basado en tiras reactivas, semejantes a los test de embarazo, que detectarán en 15 minutos la presencia del virus en muestras de hisopado nasal».
«El objetivo es que sea rápido y fácil de usar, por eso estamos empezando a probar con muestras nasales en lugar de nasofaríngeas», agregó.
«La importancia de tener estas herramientas desarrolladas a nivel local es enorme, nos da soberanía»
DAIANA CAPDEVILA
Los de antígenos son uno de los tipos de test que permite determinar si una persona está cursando la enfermedad cuando se hace la prueba.
Para saber si tiene o no el virus, el Covidar-Ag detecta en la muestra la presencia de una proteína interna del virus llamada Nucleocápside (N) a través de anticuerpos.
«Lo que estamos utilizando es una tecnología, que es la misma que la de los test rápidos de embarazo, que es la capacidad de usar anticuerpos muy específicos unidos a partículas que generan un color, en nuestro caso son nanopartículas de oro; esto genera una señal visual de fácil interpretación», detalló.
Capdevila explicó que la diferencia entre los test de antígenos y las otras pruebas de diagnóstico como las PCR o de amplificación isotérmica es que «los de antígenos detectan la presencia de elementos del virus que no son el material genético, mientras que los otros sí».
«El test de antígenos no necesita equipamiento costoso ni extraer el material genético, esas son las principales ventajas porque reduce muchísimo los tiempos y costos; sin embargo, esto presenta un desafío porque se necesitan anticuerpos muy sensibles», describió.
«Trabajamos para que el test informe con qué variante se encuentra infectado el o la paciente, pero en principio el que estamos desarrollando ahora no hace esa distinción»
DAIANA CAPDEVILA
En relación a si el test permitirá la detección de las nuevas variantes, la investigadora describió que «como la proteína que estamos detectando es una que está adentro del virus, el test nos va a dar la misma señal frente a cualquier variante, porque las variantes presentan mutaciones de la proteína espiga o Spike, que es la que rodea al virus y le da esa forma de corona».
Además, señaló que una investigadora del proyecto «está trabajando para adaptar el test para que informe con qué variante se encuentra infectado el o la paciente, pero en principio el que estamos desarrollando ahora no hace esa distinción».
El proyecto es financiado por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) a través del Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec), que también está colocando recursos en otras tres iniciativas que buscan desarrollar test de antígenos.
«La importancia de tener estas herramientas desarrolladas a nivel local es enorme, nos da un tipo de soberanía que todavía no alcanzamos con los test de antígenos, que sí se alcanzó con otros como los de anticuerpos y que se está buscando también con las vacunas», sostuvo Capdevila
Se trata de herramientas que permiten «estar mejor preparados para esta pandemia pero también para hacer frente a otras enfermedades, incluso para algunas que ya existen; por ejemplo, una integrante de este proyecto ya estaba desarrollando un test de rotavirus para el que tampoco existe un test nacional»
En este contexto, la investigadora sostuvo que «hay un montón de enfermedades desatendidas que si tenemos las herramientas tecnológicas para poder hacerle frente a nivel local es posible garantizar derechos y no depender de voluntades internacionales».
«En esta pandemia hemos aprendido una nueva forma de trabajo colaborativo y transversal que incluye investigadores y profesionales de la salud de distintas especialidades»
DAIANA CAPDEVILA
Este proyecto se inició hace más de un año cuando el grupo Covidar de la FIL, que desarrolló ya los test de anticuerpos, decidió generar más herramientas locales como insumos esenciales para el desarrollo de un kit de antígeno.
En el proceso se incorporaron investigadores para la generación de elementos de reconocimiento de los antígenos virales que trabajan en el Instituto Nacional de Producción de Biológicos (INPB) que depende de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) Malbrán; el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo (UBA); las facultades de Medicina, Ciencias Veterinarias y de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA; la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ); y el Hospital de Alta Complejidad El Cruce «Nestor Kirchner», en Florencio Varela.
«En esta pandemia hemos aprendido una nueva forma de trabajo colaborativo y transversal que incluye investigadores y profesionales de la salud de distintas especialidades. Cuando los objetivos son comunes no es difícil sumar voluntades, lo importante es mantener una fluida comunicación entre los miembros del equipo», concluyó por su parte Andrea Gamarnik, también líder del proyecto y jefa del Laboratorio de Virología Molecular en la FIL e investigadora superior del Conicet.
Del desarrollo del test participan Marcelo Yanovsky, Julio Caramelo, María Juliana Juncos, Horacio Martín Pallarés y Guadalupe Costa Navarro, del Conicet y de la FIL y Ana Sol Peinetti, del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae), que depende la UBA y del Conicet.
También forman parte Alejandro Castello y Estefanía Peri Ibáñez, del Conicet y del Laboratorio de Inmunología y Virología (LIV) en el Instituto de Microbiología Básica y Aplicada (IMBA) en la UNQ; Jorge Carradori, del Laboratorio Lemos S.R.L.; Matías Fingermann del Instituto Nacional de Producción de Biológicos Anlis-Malbrán, Gabriel Fiszman y equipo del Instituto Roffo; e investigadores de las facultades de Ciencias Veterinarias, de Medicina y de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Fuente: Telam