La democracia en la Argentina es frágil por la envergadura de sus dirigentes, la clase política y los que llegan al poder. Con la muerte de Carlos Saul Menen se abre un abanico de análisis sobre los hechos q marcaron su gobierno y las implicancias provinciales, el intento de desaparecer un pueblo como Río III; nacionales con las conductas populistas y la moralina con la que gobernó, la falta de sinceramiento ideológico y la primera transversalidad, ya que convoco a su gabinete al mentor del neoliberalismo, Álvaro Alzogaray y a su hija, que a la postre destruiría la economía social para darle lugar a un periodo económico de especulación, pobreza y marginalidad, encubierta con Pizza y Champagne, lo que perturbo a miles de argentinos que creyeron en No los Voy Defraudar, en su patilla caudillista y su voz de riojana.
En políticas internacional acuerdos y negociados que pusieron al país en riesgo de supervivencia. Una ciudadanía que deseaba atravesar un periodo posfáctico con esperanzas, sueños de paz, y restaurar un sistema político basado en la ideología.
Años de tormentosa beligerancia, sacudieron y costaron vidas; le costo la vida hasta a su propio hijo, pero no le importo, siguió hacia un rumbo que solo él y su entorno lo conocía.
No le importo echar a su mujer e hijos de la casa rosada, no le importo colocar en la escena a una mujer, los escándalos familiares con fuertes connotaciones políticas por las enormes consecuencias que estas le ocasionaban.
Su personalidad, su inteligencia le permitió manipular al pueblo argentino, controlar las Cámaras a su merced, deconstruir un ideario político, con el que produjo una gran crisis que los argentinos no terminan de sanar