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Salta aportará un voto en contra y seis a favor de la ley ómnibus

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Con la convocatoria a la sesión especial que realizó el oficialismo para debatir en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de ley denominado «de Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos», más conocido como ley ómnibus, se empezaron a visibilizar las posiciones que tendrán los espacios políticos y sus legisladores de cara a lo que será un debate maratónico. Sobre todo, porque el Gobierno nacional aún no tiene asegurados los votos y sigue negociando con la oposición «amigable» y un grupo de gobernadores, dentro de los cuales se encuentra Salta, representada por el bloque Innovación Federal.

La provincia de Salta cuenta con siete legisladores: Emiliano Estrada (bloque Unión por la Patria); Carlos Zapata, María Emilia Orozco y Julio Moreno (La Libertad Avanza), y Pamela Calleti, Pablo Outes y Yolanda Vega (Innovación Federal). Salta/12 dialogó con la mayoría de las y los diputados, que manifestaron posiciones contrarias, tanto en lo fue el debate en las comisiones, como en las respectivas modificaciones del proyecto que tiene una versión final de 358 páginas.

Emiliano Estrada adelantó su voto negativo. El legislador, que ingresó a la Cámara Baja en 2021, se mostró ofuscado por las acciones del oficialismo en la discusión de su iniciativa. Denunció que «a 24 horas de que se inicie la sesión no tenemos el texto» final del proyecto. «La verdad que a esta altura estamos bastante perdidos» debido a las reiteradas contradicciones (que hace públicas) el Ejecutivo Nacional en su intento por conseguir los votos para la media sanción, sostuvo.

El legislador tomó como ejemplo la reunión de este lunes en el Consejo Federal de Inversiones con legisladores y gobernadores considerados «dialoguistas» en la que negociaron votar a favor de la ley ómnibus a cambio del 30% del impuesto País. En ese grupo estuvieron los integrantes de Innovación Federal, comandados por su presidenta, Pamela Calletti. «Dijeron una cosa y automáticamente el gobierno salió a desmentirlos», cuestionó Estrada, agregando que se desconoce el estado de las negociaciones con ese sector dialoguista. «Evidentemente, las negociaciones no vienen bien, y creo que ya se ha llegado a un punto muerto», expresó.

A pesar de que se quitaron más de la mitad de los artículos del proyecto inicial, entre ellos, el capítulo fiscal y previsional, Estrada aseguró que «quedó lo peor», pues aún están presentes distintos apartados que incrementan el ajuste a la mayoría de la población, como los referidos a la dolarización del precio de la nafta y del gas. «Lo disparatado de todo esto es que es un proyecto de ley que es refundacional de la Argentina y que a 24 horas de que se inicie la sesión no tenemos el texto, con lo cual ni sabemos qué están acordando entre estos espacios y el Gobierno nacional», sostuvo. Añadió que cree que además se verá una sesión desprolija por la falta de conocimiento del reglamento y de experiencia del presidente de la Cámara Baja, Martín Menem.

En cambio, desde La Libertad Avanza, consideraron que el tratamiento de comisiones y el llamado a la sesión especial evidenció un marco de diálogo y consenso. Así lo manifestó la diputada María Emilia Orozco, quien sostuvo que se dieron semanas intensas de intercambios donde se recibió a funcionarios nacionales y sectores sociales, mostrando así a «todas las voces». «Hubo una pluralidad de voces que celebramos», afirmó.

Su par de bloque, Carlos Zapata, coincidió y dijo que no vió ningún aspecto negativo en el tratamiento del proyecto, pues se evidenció «diálogo y la búsqueda de consenso» en los acuerdos para la aprobación de una iniciativa que propone «un giro de 180 grados» en la República Argentina». Iniciativa que prioriza «reordenar el Estado, buscar el déficit cero y quitar todo trámite que signifique un entorpecimiento para el desarrollo de una actividad privada, productiva y de los ciudadanos a título personal».

Todo ello, dijo, con el fin de bajar el gasto público y tratar de que en un breve plazo se alcance el equilibrio fiscal. Zapata consideró que son necesarios estos ejes para quitar la «amenaza de la inflación que es generada por el Estado y el excesivo gasto desmedido e irracional» que se sufre desde hace 20 años, en referencia a los mandatos del peronismo-kirchnerismo.

En cambio, el diputado de Innovación Federal Pablo Outes, sostuvo en declaraciones a radio Aries, que “no queda otra que sentarse en una mesa de acuerdo y diálogo” porque “hay que entender que se debe buscar que se interprete el federalismo y que a las provincias no nos vacíen de recursos”. “Salta se sentó en una posición de negociación”, remarcó en referencia al accionar de su bloque, que votará a favor de la ley.

En ese sentido, sostuvo que no los encontrarán «rechazando de cuajo todos los planteos que está haciendo Javier Milei y tampoco nos van a encontrar diciéndole
que sí a lo que es la privatización y la desaparición del Estado”. Outes insistió en la “convivencia” pese a las diferencias, marcando un distanciamiento de los modos “agresivos” de la visión liberal del Gobierno nacional.

Las facultades delegadas dividen aguas
Emiliano Estrada también hizo referencia al articulado que dispone la delegación de facultades del Poder Legislativo al Ejecutivo Nacional. Sostuvo que hasta el lunes, el radicalismo junto a otros bloques «iban a recortar esas facultades legislativas, pero el gobierno no quiere ceder en ninguna». Por ello, afirmó que UxP va a votar en contra del proyecto, «porque sospechamos que todo lo que fue retirado del proyecto va a ser llevado adelante desde el Ejecutivo» a través de las facultades delegadas.

En tanto, Outes advirtió sobre las facultades extraordinarias que se le darían a Milei y mostró disconformidad al respecto. El legislador afirmó que desde su bloque se van a acotar a las facultades: «las reduciremos en el tiempo y en la amplitud”, adelantó.

Por el contrario, el diputado Carlos Zapata, se apoyó en el artículo 76 de la Constitución Nacional, que establece la posibilidad de las facultades delegadas ante situaciones de administración o emergencia pública. Acción seguida, cuestionó a la oposición por estar en contra del artículo: «Quienes hoy se sacaron el saco de oficialistas, para pasar a ser oposición, son quienes ahora plantean un excesivo republicanismo, que evidentemente nunca tuvieron a favor de ellos», indicó. También, su compañero de bloque Julio Moreno defendió las facultades delegadas aduciendo que ya se produjeron cambios en la iniciativa, dado que al principio se estipulaban dos años de delegación, cambiándose a sólo uno. «Es un tiempo prudencial para que se tomen las medidas que se puedan llegar a necesitar», afirmó.

Orozco también defendió este artículo al sostener que no se le dará un cheque en blanco al Presidente ya que en el proyecto de ley se establece «un control permanente a todo lo que haga el Ejecutivo Nacional». En ese sentido, recordó que LLA es un bloque minoritario de 38 diputados y diputadas, por lo que «la mayor incidencia (en cuanto a control) la tienen los otros bloques, en su mayoría opositores».

¿Y cómo está Salta?
Emilia Orozco sostuvo que resulta difícil evaluar la situación social y económica de la provincia únicamente desde la gestión de Javier Milei. «Son 40 días de un gobierno que agarró a un país en decadencia, con casi el 40% de los argentinos bajo la línea de pobreza, con más del 200% de inflación, niveles de alfabetismo impensado y los peores salarios de Sudamérica», denunció la legisladora, cuestionando también los vicios dentro de la «vieja política».

En ese sentido, recordó que en la provincia existieron casos de empleados de la administración pública que, además de sus sueldos, cobraban determinados planes sociales. Por ello, defendió la ley ómnibus al asegurar que no se busca «un Estado presente, sino un Estado eficiente, y que el manejo de los recursos y los fondos de todos los argentinos sea transparente».

En tanto, Julio Moreno se referenció en el proceso de estanflación, un estancamiento de la economía a la vez que persiste la inflación, acompañado también por un aumento del desempleo. El legislador afirmó que si se van a empezar a liberar los precios, estos tienen que ser acompañados con los aumentos de sueldo. Pero para eso dijo que primero se tienen que dotar de herramientas al Gobierno nacional, que, en este caso, sería la aprobación de la ley ómnibus, para recién iniciar «un proceso de crecimiento, de desarrollo» en el país. «Hay sectores políticos amigables que ya han dicho que nos van a apoyar, así que espero que lleguemos a un acuerdo y logremos una primera ley para empezar ya en un proceso de crecimiento de nuestro país», expresó.

En cambio, Outes remarcó el ajuste a las provincias y la pérdida de ingresos. “Se practica un ajuste muy fuerte, se produjo un proceso de devaluación muy grande, se generaron nuevos tributos que van directo a las arcas nacionales y se desfinanció a las provincias”, advirtió.

En ese sentido, consideró que debe apoyarse la privatización de empresas que están asentadas en las zonas más ricas del país, ya que ocupan los recursos de todos los argentinos y solo benefician a unos pocos, puso como ejemplo a AySA (empresa encargada de proveer los servicios de agua y cloacas para la Ciudad de Buenos Aires y 26 partidos del conurbano bonaerense).

“Entendemos que hay empresas que son estratégicas y es un tema que hay que observarlo”, manifestó, señalando que no se pueden perder aquellas que hacen al manejo y el control sobre las áreas energéticas.

En tanto, Emiliano Estrada dijo que el contexto social y económico de la provincia también muestra «un despertar de todos los sectores porque la ley fue a atacar a todos», sea en el ámbito cultural, de los jubilados, de las personas con discapacidad, de los farmacéuticos. «Muchos de ellos se tuvieron que poner en pie de lucha en función de su interés sectorial», dijo, ejemplificando la postura de sectores que exigieron al Gobierno nacional que se mantenga la eliminación de gravámenes sobre las economías regionales.

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El gobierno de Milei y los Quintar: negocio millonario con las pensiones por discapacidad

El Gobierno nacional adjudicó un millonario contrato a una empresa vinculada a los hermanos Quintar para controlar los certificados de discapacidad de beneficiarios de pensiones en la provincia. La medida fue cuestionada por el desplazamiento de funcionarios y por las características del prestador seleccionado.

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El gobierno de Javier Milei autorizó, mediante el PAMI y otros organismos nacionales, la adjudicación de un contrato millonario a una clínica de gestión privada vinculada directamente a los hermanos Manuel y Alba Quintar, dirigentes jujeños con fuerte influencia dentro del oficialismo, para auditar los certificados de invalidez de más de 80 mil beneficiarios del norte argentino. La maniobra, que responde al pretexto de detectar supuestas irregularidades en el otorgamiento de pensiones por discapacidad, está envuelta en una trama de poder, negocios familiares y desplazamientos forzados de pacientes hacia centros médicos con fines de lucro, bajo control directo de dirigentes oficialistas.

El diputado nacional Manuel Quintar, hombre de máxima confianza de Karina Milei en el norte del país, figura como el principal impulsor de esta estructura paralela de auditorías. Su hermana, Alba Quintar, candidata a diputada, admitió públicamente la existencia del convenio, aunque intentó deslindar su responsabilidad atribuyéndole “todo el manejo” a su hermano.

La clínica que concentra las revisiones médicas es Los Lapachos, de origen privado, con sede en Jujuy. Según registros oficiales, la misma pertenece a la familia Quintar y fue inscripta con anterioridad bajo otras razones sociales que acumularon deudas impagas. En los años noventa, operaba como Sanatorio Quintar, entidad que quebró dejando compromisos sin saldar. Lejos de retirarse del rubro, los mismos actores reanudaron la actividad médica bajo nueva denominación, manteniendo la estructura comercial intacta.

De la casta al círculo íntimo: la doble vara del mileísmo

El Gobierno nacional removió al Dr. López Alcobendas de su cargo en PAMI Salta para allanar el camino a este nuevo esquema, que terceriza funciones estatales en beneficio de intereses privados. La decisión encendió alertas en distintos sectores del sistema de salud provincial, que comenzaron a recibir denuncias de personas con discapacidad derivadas a clínicas jujeñas bajo amenaza de perder la pensión si no se presentaban a las auditorías.

Las condiciones impuestas a los beneficiarios incluyen el pago de estudios médicos en instituciones privadas designadas arbitrariamente por el propio Estado nacional. Muchos de ellos deben recorrer largas distancias para ser examinados por profesionales que no conocen, en clínicas ajenas a su provincia y sin posibilidad de recurrir a una segunda evaluación independiente. Esta situación fue denunciada formalmente por el diputado salteño Gustavo Dantur, quien elevó un reclamo institucional al Gobierno nacional exigiendo el cese inmediato de estas prácticas.

El modelo libertario de gestión: negocios privados con fondos públicos

El núcleo del escándalo radica en el entrecruzamiento de funciones públicas con negocios privados. La empresa Los Lapachos —ahora beneficiaria del convenio con la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS)— no solo está administrada por personas del entorno íntimo de Karina Milei, sino que además concentra poder territorial al haber tomado control del PAMI jujeño a través de designaciones impulsadas por el propio Manuel Quintar. El jefe local del organismo, Evaristo Bautista, es a su vez administrador de la clínica. Es decir, el mismo funcionario público que debería fiscalizar el proceso es socio operativo del prestador privado que realiza las auditorías. Un conflicto de intereses abierto, grosero y sin precedentes.

Silencio oficial y encubrimiento mediático

La gravedad institucional del caso no encontró aún respuesta en los principales canales oficiales del Gobierno nacional. Desde la Presidencia, mantienen silencio sobre la denuncia, mientras su operador en el norte argentino consolida una red de poder económico y político que multiplica su influencia bajo el paraguas del discurso libertario. En nombre de la eficiencia, se están cerrando circuitos de control que excluyen a los más débiles y consolidan mecanismos de favoritismo hacia dirigentes oficialistas y sus entornos familiares.

Lejos de combatir a “la casta”, como se proclamó en campaña, el actual modelo de gestión consolida nuevas formas de concentración de recursos públicos en manos privadas, vinculadas directamente con el poder político. La estructura montada en torno a las auditorías de discapacidad, con derivaciones forzadas, pagos directos por parte de los beneficiarios y control total de los actores que definen y ejecutan el proceso, evidencia una trama de negocios familiares que opera sin controles, con total respaldo oficial.

El ajuste como pantalla del privilegio

Mientras el presidente Milei denuncia “el curro de la política” y justifica recortes en salud, jubilaciones, educación y asistencia social, su entorno más próximo utiliza el aparato estatal para consolidar negocios personales, familiares y partidarios. En este modelo, la auditoría de discapacidad —una herramienta necesaria si se ejerce con transparencia— se convierte en un instrumento de extorsión y enriquecimiento para sectores ligados al poder libertario.

El caso Quintar pone al descubierto que el ajuste no es parejo, ni neutral, ni transparente. Es selectivo. Y detrás de ese ajuste, florecen nuevos privilegios, nuevos nombres, pero los mismos métodos; concentración, acomodo, desprotección del débil y blindaje del poderoso. Una práctica vieja, con disfraz nuevo.

Y es allí donde el discurso libertario naufraga ante los hechos. Porque mientras los sectores vulnerables deben pagar sus propios estudios para no perder una pensión, los amigos del poder hacen negocios con su padecimiento. Porque mientras se expulsa al que menos tiene, se protege al que más influencia ostenta. Porque mientras se declama “libertad”, se encierra al ciudadano en una red de favores, amenazas y clínicas obligadas.

Y eso, más que un modelo de gestión, es un símbolo de impunidad.

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Cae la pobreza en los números, pero la heladera sigue vacía en muchos hogares

Aunque los datos oficiales marcan una baja en la pobreza, millones de argentinos siguen sin cubrir lo básico y la desigualdad se mantiene como un drama cotidiano.

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Los recientes datos publicados por el INDEC sobre pobreza, distribución del ingreso y desempleo muestran una mejora estadística en relación con semestres anteriores. Sin embargo, lejos de reflejarse en el día a día de la población, esos avances conviven con una sensación generalizada de deterioro.

La reducción del índice de pobreza, que pasó del 53% al 38% en el segundo semestre de 2024, y el desempleo, que cerró el año en un 6,4%, parecen responder más a un ordenamiento macroeconómico que a un cambio estructural en la vida de los argentinos. Los indicadores pueden haberse movido en el papel, pero en los barrios, en las familias, en los lugares de trabajo, el cambio no se percibe.

El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, sigue estancado en 0,43 puntos, muy lejos del 0,36 que alguna vez posicionó al país como una sociedad más equitativa. Hoy, las distancias entre quienes acceden a servicios básicos y quienes no, entre quienes logran consumir y quienes deben restringirse hasta en lo esencial, marcan una brecha profunda.

En las encuestas, una mayoría afirma que se vive peor que en los años 80. El retroceso no solo es económico: también hay una percepción de empobrecimiento educativo, social y cultural. La clase media, otrora motor del país, se desdibuja frente a una realidad que arrastra a muchos hacia la vulnerabilidad.

El consumo, históricamente asociado al bienestar, hoy está fuera del alcance de amplios sectores. No es una cuestión de percepción, sino de hechos concretos: los sueldos no alcanzan, la inflación persiste y la calidad de vida se deteriora.

Así, mientras los indicadores oficiales muestran una tendencia favorable, en la calle se sostiene otra lógica: la del esfuerzo diario, la del recorte permanente, la del sobrevivir. El desafío sigue siendo enorme; lograr que las mejoras no se queden en las estadísticas y empiecen a sentirse en la mesa de los hogares argentinos.

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Malvinas: los detalles del plan para concluir la identificación de los soldados enterrados en las islas

El Plan de Proyecto Humanitario permitió la identificación de 122 soldados que fueron sepultados en Darwin. Cómo es la tercera fase del plan y en qué consistirán las tareas. El informe del británico Geoffrey Cardozo y el pedido de justicia de las familias: “No voy a bajar los brazos hasta identificar a los que quedan”, asegura Julio Aro, excombatiente e impulsor de la investigación.

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A 43 años de la Guerra de Malvinas, aún resta identificar los restos de al menos cinco soldados argentinos que murieron en las Islas. Excombatientes y especialistas explican qué tumbas quedan por analizar y de qué se ocupará la nueva fase del plan humanitario. Cómo fue el proceso de identificación de la fase 1 y 2 y la importancia del trabajo del Comité Internacional de la Cruz Roja junto al Equipo Argentino de Antropología Forense.

Este 2 de abril, se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, fecha en la que las tropas argentinas desembarcaron en el archipiélago. Tras 74 días de combate, 649 soldados argentinos murieron en combate. Pero al finalizar el conflicto bélico, el silencio indigno de la dictadura militar cubrió el destino de los caídos. Ante la negativa argentina de «repatriar» al continente a los soldados muertos en combate —no había forma de hacerlo porque ya estaban en suelo argentino —, Gran Bretaña decidió darles un nuevo lugar en las islas, tras un pedido de los isleños.

Esta tarea se le encomendó a Geoffrey Cardozo, un oficial británico que llevó a cabo un trabajo meticuloso: exhumó cada cuerpo argentino, lo cubrió con bolsas plásticas para su conservación y los inhumó con sus pertenencias —anillos, fotos, trozos de uniforme—. En cada tumba, dejó una nota detallando marcas, cicatrices, contextura, rasgos y todo aquello que sirviese para su identificación futura. Seis meses después, Gran Bretaña inauguró el Cementerio Argentino de Darwin. En total, se enterraron 237 cuerpos: 126 sin identificación y –muchos de ellos– en tumbas colectivas.

Cómo es el cementerio de Darwin

El cementerio fue creado en un lugar alejado y caprichosamente elegido por los británicos para esconderlo bajo la alfombra del disimulo. A 89 kilómetros de Puerto Argentino y a 7 de Pradera del Ganso, se lo ve a lo lejos como una mancha blanca que resalta entre tanto gris y que rompe con la monotonía de un paisaje dominado por la turba malvinera, el viento y los rebaños de ovejas.

Solo se accede en camionetas por un camino descuidado y rodeado de horizontes que todavía guardan en su memoria los sonidos de la guerra. A pesar de las dificultades para llegar, desde su inauguración recibe a cientos de argentinos que todos los meses les rinden homenaje a sus héroes con rosarios, retratos y banderas celestes y blancas.

Con el tiempo, se convirtió en lugar sagrado que vive como un monumento al valor de los argentinos y al amor por su país. Por eso es habitual que los isleños vigilen celosamente a quienes lo visitan para denunciar cualquier manifestacion de argentinidad.

El cementerio de Darwin está alejado del centro de Puerto Argentino. Crédito: Valentino Vitolla.

El plan de identificación de los caídos

En 2008, durante un encuentro de excombatientes argentinos en Londres, Geoffrey Cardozo ofició como traductor de Julio Aro, quien durante la guerra formó parte del Regimiento 6 de Mercedes. La última noche, en la intimidad de una conversación dentro de un taxi, Cardozo le contó que los registros de los cuerpos de los soldados caídos no estaban en archivos olvidados ni en manos ajenas: los tenía el Estado argentino, que nunca los entregó a las familias.

Antes de despedirse, el excombatiente argentino recibió un sobre de papel madera, pesado no por su tamaño, sino por lo que contenía. “Sabrás qué hacer con esto”, le dijo Cardozo, según reconstruyó la periodista Leila Guerriero en su libro La otra guerra (Anagrama, 2021). «Me partió el alma saber que esos eran mis compañeros y que muchos estaban en tumbas que decían ‘Soldado argentino sólo conocido por Dios’», asegura emocionado a Página|12 Julio Aro. “Me generó impotencia saber que ese informe se había entregado mucho tiempo atrás”, agrega.

De regreso en el país, el excombatiente argentino tradujo la información y, entre los datos, encontró un número de DNI junto a un cuerpo sin identificar. Lo chequeó en el padrón y obtuvo un nombre: Gabino Ruíz Díaz. Tras visitar a su familia, este soldado dejó de ser un desconocido y, por primera vez, una madre supo con certeza dónde estaba enterrado su hijo. El obsesivo informe de Cardozo y el trabajo de Aro comenzaban a dar sus primeros frutos.

El acuerdo entre Argentina y Gran Bretaña

“El caso de Ruiz Díaz impulsó una serie de viajes que hice con Gabriela Cociffi -ex directora de Revista Gente e Infobae– en busca de las historias de las familias de los caídos, dice Aro, que hoy preside la fundación “No me olvides”. Este camino de la identificación avanzó en 2012, cuando la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner solicitó formalmente la intervención del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). El acuerdo entre Argentina y el Reino Unido no se firmó hasta diciembre de 2016.

“La acción humanitaria necesitaba el compromiso de todas las partes, que debían dejar de lado los conflictos ideológicos y burocráticos en pos de reconocer los cuerpos”, relata casi una década más tarde Virginia Urquizu, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), en una entrevista con Página|12. La organización –reconocida mundialmente por su trabajo para identificar a víctimas de la dictadura militar– recolectó más de 370 muestras en un banco de datos, que fueron enviadas a un laboratorio para obtener un perfil genético. “El informe de Cardozo fue tremendamente detallado y permitió avanzar en la investigación forense preliminar”, cuenta Urquizu.

La tarea no fue sencilla. A la dificultad económica de localizar a cada familia, se sumó la oposición férrea de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas. Temían que aquel plan humanitario fuera, en el fondo, un pretexto para retirar los cuerpos de las islas, situación que generaría “un festival de huesos”. “Les inventaron historias a las familias para que no den las muestras”, asegura Aro. “Había una incertidumbre generalizada –agrega la antropóloga– que no colaboraba en el proceso, que por su comienzo tardío siempre iba a contrarreloj”. A pesar de las trabas, en seis años –y tras dos fases del Plan– se lograron identificar 122 cuerpos.

Para muchas familias significó el fin de lo que parecía un eterno luto. El trabajo realizado por el EAAF –junto al CICR, Aro y Cardozo– permitió que los soldados argentinos pasaran de ser una coordenada a tener nuevamente un nombre. Ese acto de justicia trajo consigo algo de paz. Aunque el proceso no está exento de dolor: las muestras de ADN que dieron negativo dejaron a algunas familias esperando una respuesta que parece no llegar nunca: “Tuvimos que entregar informes de exclusión, que implica que sus familiares no se encuentran dentro de los cuerpos exhumados en Darwin”, explica la integrante del equipo de antropología.

Una nueva fase de búsqueda e identificación

Gracias a la primera fase del Plan de Proyecto Humanitario, sólo seis soldados aún son nombrados con la frase insignia “sólo conocido por Dios” en las cruces que se erigen sobre sus tumbas. Uno de esos cuerpos ya está identificado, pero, por decisión de parte de su familia, no se puso su apellido en la placa. “En el resto de los casos –explica Virginia Urquizi– no hay voluntad de las familias para dar las muestras o ya no quedan descendientes vivos para realizarlas”.

En septiembre de 2024, la entonces Canciller Diana Mondino confirmó un acuerdo con Gran Bretaña para comenzar con el Plan de Proyecto Humanitario 3. Esta etapa prevé la exhumación de la tumba B-416, que lleva el nombre de todos los tripulantes del LearJet 35 T-24, avión derribado el 7 de junio de 1982: Juan José Falconier, Guido Marizza, Marcelo Lotufo, Francisco Luna y Rodolfo de la Colina. Informes de antropología estiman que no todos los cuerpos se encuentran allí, por lo que se compararán esos restos con otros encontrados en la Isla Borbón.

Especialistas estudian también la posibilidad de utilizar nuevas tecnologías, que incluirían drones y aparatos que detectan movimientos del suelo. Pero, a pesar de los anuncios y las promesas de los gobiernos de Alberto Fernández y Javier Milei, el proyecto sigue sin concretarse: “Estamos a la espera de los acuerdos diplomáticos porque es un trabajo perfectamente realizable desde lo técnico”, anticipa Urquizu a Página|12.

En tanto, desde la Cruz Roja son cautos y explican que la fase 3 del Plan Humanitario aún no se ha puesto en marcha. «Son las partes quienes deben definir los próximos pasos», respondieron ante la consulta de este diario, y aclararon que se encuentran «a disposición de los gobiernos de Argentina y del Reino Unido para apoyar esta labor».

Así, los 237 caídos que se encuentran en el Cementerio Militar Argentino de Darwin podrían tener finalmente una placa con su nombre “No voy a bajar los brazos hasta lograrlo”, dice Aro, quien no descarta futuros rastrillajes. Es que –según afirma a este diario– “no existe una cifra exacta de muertos”: se estima que hubo 649 soldados caídos, 237 de ellos enterrados en Darwin. De la cifra restante, hay 323 tripulantes del ARA General Belgrano, hundido el 2 de mayo de 1982 por las tropas británicas. “Con encontrar restos pequeños de un soldado ya se puede trabajar y cerrar la herida de muchas familias”, confía.

Cuarenta y tres años después, el proceso de sanación está lejos de terminar. Aún quedan soldados por ser identificados, aunque la promesa de justicia y reparación persiste. Julio Aro concluye: «Mis amigos serán inmortales mientras haya argentinos que se acuerden de ellos». La guerra no terminó, por lo menos mientras no haya paz completa para todos.

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