Cae la tarde en las inmediaciones del Monumento 20 de Febrero: el de la Batalla, el de los desfiles, el de la referencia ciudadana y, por qué no, el elegido por muchos como el espacio verde donde se disfrutan algunos márgenes de libertad dentro del panóptico céntrico. El lugar fue sugerido por el entrevistado, así lo dispuso Ismael, conocido públicamente como Alkoy.
Un pequeño banco de plaza rodeado de añejos árboles, son los únicos testigo del grabador que se prende para la entrevista; Ismael agradece haber aceptado el escenario propuesto y la rapidez con la que se concretó la entrevista; velozmente lanza una frase, “a mí me gusta ejecutar”, dice con voz fuerte y clara el rapero salteño.
Ante cada pregunta su mirada se posa en un punto fijo del horizonte, hace una breve pausa y luego de un “okey”, responde con la claridad de un experimentado artista. La charla navega entre Ismael y Alkoy, que son dos y que es uno, que es el mismo changuito que se pasaba horas escuchando el mp3 desde los 10 años y que ahora, tan solo con 27, ya rapeó en los escenarios más grandes de Argentina y ha recorrido, físicamente o con su música, gran parte del mundo.

—¿Cómo es un día en tu vida?
—Suelo arrancar temprano, me hice la costumbre, no te digo que todos los días a las 6, pero cuando hay alguna excusa para levantarme bien temprano, la aprovecho. Por lo general trato de absorber todo tipo de estímulo verbal que se me presente. Si hay un diario lo hojeo, si hay un libro que por ahí trae algún amigo, leo unas páginas, si puedo agarrar algo de literatura en el celular o en un PDF, trato de estar leyendo; uso mucho internet, como herramienta y como distracción, por eso trato de que todo el tiempo por mi mente estén pasando cosas y que de ese embudo que uno tiene en la cabeza salga algo siempre, porque creo que uno como artista subestima su materia prima. Un dibujante tiene hojas, tiene lápices, tiene papeles con ideas, y yo creo que un rapero tiene que tener palabras en la cabeza, tiene que chocar con gente que no piensa igual que él, tiene que llegar a la síntesis, debatiendo con gente. Tesis, antítesis, síntesis. Creo que es muy importante eso y trato de alimentarlo.
—¿Cómo fue la infancia del artista que hoy tiene 27 años?
—No me acuerdo bien el hospital en el que nací, pero fue en Salta capital el 8 de marzo de 1998 a las 12 del mediodía. Soy el primero de cuatro hijos, mamá soltera, mi vieja una guerrera, una leona, siempre se encargó de que no nos faltara nada. Mis hermanos son de distintos padres, por lo cual también hay ahí una identidad multifacética desde el sentido de que cuando tu hermano viene de otro lugar y viene de otra historia pasan otras cosas, siento que hay hogares que se configuran de maneras distintas y en mi caso el mío es un crisol. Tengo dos hermanos y una hermana, yo soy el mayor, por ahí siendo el mayor le toca salir al mundo primero a descubrir ciertas cosas y traer este conocimiento a los que le siguen, creo que eso me marcó mucho, el hecho de ser el mayor creo que fue algo fue muy determinante desde que era chico.
—Lo conozco más o menos a los 10 años, y lo primero que conozco es el beatbox, que son los que hacen ruidos con la boca, por un video que circulaba en internet que te lo pasabas por Bluetooth, era el Gordo Pulpo Beatboxer que hacía la melodía de Michael Jackson, me acuerdo clarito. Ese es el primer contacto con el hiphop, después empiezo a escuchar rap, me llega primero el rap en inglés, entonces como que había algo ahí medio ajeno a mí pero me gustaban los ritmos, me gustaba leer las traducciones de las letras. En la infancia tuve problemas incluso porque estaba mucho tiempo con el MP3, entonces mis tíos que venían de Buenos Aires me lo quitaban como para que compartiera un poco más. Desde que me acuerdo, desde que tengo memoria de haber agarrado el rap, no me acuerdo un solo día de mi vida que haya pasado sin que esté pensando en eso o haciéndolo, creo que también las cosas que le interesan a uno son señales de por donde uno podría expandirse como ser. Entonces llegó un momento que fue más o menos a los 17 años, que me di cuenta que quería llevar mi vida por el rap. Ahí empiezo a viajar y a conocer distintas provincias, distintas personas, activistas del hip-hop y en esa edad empiezo oficialmente lo que podría decirse mi carrera, con una pandemia en el medio, con el hecho de vivir lejos de la capital… uno arranca como puede y donde puede y eso es lo lindo del rap también.
—Es una pregunta muy importante la que hacés porque esto asume que hay una movida. Mirá, acá en Salta nacen las primeras crew de hip-hop antes que en muchos lugares de Argentina. O sea, te estoy hablando de que Salta es una capital del hip-hop y es una de las ciudades pioneras en Argentina en desempeñar una cultura del breaking y del baile, en La Glorieta se baila hace más de 15 años, 20 te podría decir tranquilamente. O sea, estamos hablando de que son dos generaciones de MCs de breakers que se juntaron ahí. Las primeras competencias fueron en el Parque San Martín en un árbol caído que hay frente a una estación de servicio. Cuando yo llego, la movida estaba en una etapa más madura que infantil, si bien estábamos muy lejos de tener un circuito competitivo amplio, había un centro, un núcleo de hip-hop bien formado y bien definido en Salta y bien separado de otras culturas alternativas, que por ahí a veces surgen grupos como mezclas de otros grupos, sin embargo, el hip-hop estaba muy bien definido y muy marcado. Entonces cuando llego recibo mucha información de gente que estaba antes que yo; podemos decirte De Rancho en Rancho, podemos hablar de las Uniones Underground, que es una competencia que lleva muchos años funcionando. A mí realmente ya se me recibe; en la primera competencia en la que me anoto llego a la final y la segunda competencia clasifico a una competencia en Catamarca, realmente mi desempeño fue desde un comienzo bueno y fui bien recibido, hubo personas te diría hasta preparadas pedagógicamente, preparadas para recibir a una persona llegando y una persona en una etapa jodida como la adolescencia. Después en el camino uno se cruza con muchas cosas, gente que hace las cosas mal, pero en definitiva creo que el hip hop tiene esto de familia y Salta tiene una gran familia de muchos años ya.
—¿Cuándo nace tu apodo Alkoy?
—Es mi A.K.A, así le decimos… yo me anotaba con mi nombre de pila que era Ismael y en Campo Santo, que fue la segunda compe que te digo, viene una chica y me dice, «Che, ¿vos sos Ismael?» Yo le digo, «Sí.» Me dice, «Tenés que ponerte un mejor nombre, ponerte un nombre que sea más rapero”. Entonces juntando palabras que leí en dos carteles, al día de hoy ya no me acuerdo qué leí, pero junté dos palabras y salió algo; cambié la C por la K, la I la por la Y, y nunca me imaginé que al día de hoy iba a seguir usando ese nombre que, dicho sea de paso, me gusta y me parece original. Creo que fue una elección muy aleatoria y que se dio de buena manera.
—¿Cuándo creés que diste el salto para llegar a dónde estás hoy parado?
—Yo creo que el primer roce que tengo con lo mainstream, vamos a decirle con lo popular, es el regional de Red Bull batalla 2018. Esa fue la primera vez que clasifiqué a una competencia que se veía en vivo, había stream, había jurados calificados, había un buen premio que era clasificar a la nacional. En mi primera regional de Red Bull llego a la final, esto fue en Córdoba 2018 en un teatro. Esa fue la primera vez que hago activación con una marca como lo es Red Bull, aparte de esa categoría, siendo desde acá y yo una persona muy inexperta en el trabajo con marcas. Me costó volver a esa posición años más adelante, pero ese fue el primer contacto que tengo con el mainstream en 2018 clasificando una nacional de Red Bull en el Luna Park. Fui el segundo salteño de la historia en clasificar.
—Ya el nombre apabulla un poco, o sea, la sensación de decir, «Voy a rapear en el Luna Park Park”, era algo que me ponía un poco nervioso, de hecho determinó el resultado, pierdo en primera ronda; y después de eso pasan años hasta que vuelvo a pisar esos escenarios. Estuve en escenarios como Tecnópolis, pero volví al mainstream en 2023 con Liga Bazooka, que es literalmente el evento de batallas escritas de rap en español más grande y es el más convocante del mundo. No hay y ni ha habido hasta ahora un evento de batalla escrita que tenga más convocatoria que Liga Bazooka. Ahí soy seleccionado para el draft, que para la gente que le gusta el basketball es como el día de selección de los jugadores que se están destacando, y ahí paso a una instancia nacional que fue en el Gran Rex contra Klan y tuve mi segunda aparición en Liga Bazooka. Es el punto que me posiciona a mí en un buen piso para poder empezar a desarrollar mejor mi carrera de artista con una mayor arrastre público y una mayor visibilidad, que es lo que no tenía, si bien siempre estuve presente, me faltaba tener público para ser redituable y ser rentable.
—En relación a lo que comentabas de la Liga Bazooka, ¿qué preferís?, ¿lo escrito o lo improvisado?
—Tengo un amor con lo improvisado que es casi un desamor, porque las últimas competencias que fui de freestyle no me estuvo yendo muy bien. Pero en lo escrito encontré una precisión mucho más quirúrgica de lo que uno quiere decir y cómo lo quiere decir. Por ejemplo, el tiempo de preparación que te dan para que desarrolles tu mensaje te permite reconfigurarlo la cantidad de veces necesarias para llegar a donde querés llegar e impactar en donde vos querés impactar, y eso es algo que por ahí uno se olvida y al pensar en números, en masas, en gente que lo sigue a uno, se olvida de que el rap es personal. Cada persona que te está escuchando va a sentir algo diferente al vos decir otras cosas, entonces hacerlo íntimo, por más que sea masivo, que el arte siga siendo íntimo, me parece una de las cosas más lindas que se puede hacer escribiendo.
—Creo que hay un poco de orgullo salteño en cada cosa que hace un salteño, algo que sentimos todos cuando vemos a un compañero de la provincia hacer algo. Entonces creo que muchos años recibí ese amor que fue gran motor para mí, volver y tener personas que se sientan representadas con lo que uno dice, porque el rap tiene esta particularidad de que somos cien personas acá en mi barrio que hacen lo mismo y si uno de nosotros está ahí y tiene el micrófono y tiene la palabra, todos la tenemos, como que expresamos lo mismo porque venimos del mismo lugar. Y ese amor que me ha dado la ciudad fue una las cosas que me llevaron por ejemplo a mi último disco, que lo siento como ese eterno retorno que hace uno al Valle de Lerma, uno no sabe bien por qué, pero cuando se va entiende esa magia que hay acá. Conozco varios países, viajé mucho por tierra, humildemente, no te puedo decir que soy un viajero del mundo, pero sí viajé muchísimo y encuentro en Salta algo muy especial.
—¿Dónde ves que se conjuga o se cuela lo salteño en tus letras, en tu lírica?
—El otro día veía una reseña que habían hecho sobre el álbum y la chica tenía familia en Salta y dice, «El salteño salteñea como quiere”, pero uno tiene también cierto conjunto de características que lo hacen salteño, y una de esas creo yo que es el ser como atrevido, patear la puerta. Veo en Güemes, en nuestros próceres, algo de ese ser aguerrido en lo que uno hace y llevo mi pensamiento hasta el final, muchas veces hasta tuve problemas con gente del entorno porque me expreso sin filtro en lo que digo, mucha industria le hizo daño a esta cultura. Entonces iba a un lugar que era parte de la industria a decir eso y no era bien visto por la mayoría de las personas. Pero fui forjando un público que se sentía representado con eso y para mí es muy salteño también ser un toque rebelde, no dejarse adoctrinar por ese mensaje que está centrado la cultura eurocentrista; el cine está basado en Europa y en Estados Unidos y por ahí la autopercepción de la gente te lleva también por esos lados y ellos se perciben como actores de una película que no está pasando en Europa ni está pasando en Estados Unidos, la película está pasando acá, y somos actores de una película muy distinta con una paleta de colores muy diferente, con actores muy diferentes.
—Me das el pie justo para hablar de tu última obra, un arte conceptual con fotógrafos salteños impresionantes. Se llama Valle Chakal Ki, ¿Cómo nace la idea, cómo la fuiste craneando y cómo fue la devolución de la gente?
—La devolución del público fue una de las cosas que me dejó más contento y más sorprendido, nunca me esperé como salteño que lo adoptaran como propio tan rápido. O sea, estaba seguro de que iba a pasar, que lo iban a adoptar como propio, pero no sabía que iba a suceder tan rápido. La gente se puso la bandera de mi disco al segundo, tengo muy buenas reseñas de parte de gente de gente de Buenos Aires, de Estados Unidos, ha llegado a Japón el álbum donde también hicieron una reseña en japonés. Y la idea nació justamente en esta dicotomía del rap, si hay rap argentino, el rap con componentes argentinos y el rap salteño. Entonces vimos que existía el rap salteño, o existía el rap hecho en Salta, pero con componentes muy anglosajones, entonces se nos ocurrió buscar si había rap mezclado con algo salteño y la verdad que no encontramos nada, ni siquiera tirando a lo folclórico que también era un terreno complicado porque el folklore tiene una elite, y esa elite no es precisamente abierta a nuevas propuestas. Entonces fue asumir el desafío de hacerle honor al género folclórico y de hacerle honor al rap sin desprestigiar o sin que parezca una parodia. Concitó un año y medio de trabajo, lo hice con músicos de Salta; pero no teníamos armado un proyecto como tal, fue surgiendo. En el momento en el que vi que teníamos cierta cantidad de temas, decidí que tenía que tener un componente visual también, que es lo que te da categoría en el mainstream de los artistas hoy en día, los artistas de gran calibre tienen grandes videos. Entonces fue apostarle todo a las imágenes nuestras, ya habíamos apostado a nuestros sonidos, tocaba apostarle a nuestras imágenes.
Hicimos una recopilación de material de fotógrafos y a partir de eso, con inteligencia artificial, dotamos de movimiento a estas imágenes, armamos un video que parece una película. Pedimos los permisos necesarios a los músicos, a los hijos de los músicos, los hijos de Daniel Toro, los hijos del Cuchi Leguizamón y tuvimos una buena respuesta de todos. Así que Valle Chakal Ki nació como una manera de hacer algo que todavía no existía, darle pie a que la gente escuche samples, recortes, pedazos de nuestra música y que también pueden ser utilizados en el rap y que también tienen identidad argentina, que era una de las cosas que más me importaba plasmar, porque en los tiempos que corren que hay un fuerte núcleo, vamos a decirle conservador, que tiende a pensar lo argentino como lo europeo, como lo que viene de Europa y nosotros también estamos acá y tenemos voces y tuvimos grandes artistas, Daniel Toro es nuestro Freddy Mercury. Así que esa era la intención, plasmar todo esto en una obra, en un disco.
—¿Hay un Ismael y hay un Alkoy?
—Sí, totalmente. Alkoy es como un supertraje que me pongo para salir al escenario porque Ismael es más introvertido, de hecho en mi infancia fui mucho más introvertido y el rap me ayudó a aprender a socializar de una mejor manera y abrirme más hacia la gente. Entonces Alkoy es ese supertraje que uso para salir al escenario e Ismael es la persona que hay detrás sosteniendo todos los valores y todo lo que Alkoy grita en el escenario; Ismael lo piensa de alguna manera, sale de ahí, Alkoy no podría gritar en un micrófono algo que Ismael no pensara.
—¿Qué sueña Ismael, Alkoy, o los dos?
—Ismael sueña viajar por el mundo y Alkoy quiere traer la copa del mundo de freestyle a Salta. Realmente, durante mucho tiempo no me permitía decirlo porque lo veía lejano. Hoy en día creo que es más que posible, y si no soy yo, alguien la va a traer, pero esa copa, la copa de campeonato del mundo de freestyle, se viene para acá. Creo que por el nivel que viene demostrando Salta en los últimos 10 años nos la merecemos fuertemente.